- No sois en absoluto parecidas a mi rosa; no sois nada aún. Nadie os ha domesticado y no habéis domesticado a nadie. Sois como mi zorro. No era más que un zorro semejante a cien mil otros. Pero yo lo hice mi amigo y ahora es único en el mundo. Y las rosas se sintieron bastante molestas.
- Sois bellas, pero estáis vacías -les dijo aún-. No se puede morir por vosotras. Sin duda que un transeúnte común creerá que mi rosa se os parece. Pero ella sola es más importante que todas vosotras, puesto que es ella la rosa a quien he regado, es la rosa a quien puse bajo una campana de cristal y a la que abrigué con un biombo. Puesto que es la rosa cuyas orugas maté (salvó dos o tres que se hicieron mariposas). Es ella, mi rosa, la rosa a la que escuché quejarse, o alabarse, o también, algunas veces callarse. Es mi rosa.
Y se volvió adonde estaba el zorro:
- Adiós -dijo.
- Adiós -dijo el zorro-. He aquí mi secreto. Es muy simple: "No se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos."
- Lo esencial es invisible a los ojos -repitió el Principito, a fin de acordarse.
- El tiempo que perdiste por tu rosa es lo que hace a tu rosa tan importante -dijo el zorro.
- El tiempo que perdí por mi rosa... -dijo el Principito
- Los hombres han olvidado esta verdad -dijo el zorro-. Pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa...
1 comentario:
El principito, uno de mis libos favoritos. Me fascina incluso la biografía de Antoine de Saint-Exupéry. Muchos adultos deberían de aprender de este libro...
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