Sí, sí, regio suegro del atlético Urdanga; divino monarca enviado
por el Espíritu Santo a este bendito país para velar por la democracia,
la felicidad, la salud y el bienestar de sus sufridos ciudadanos; rey
sin par que crees provenir del testículo derecho del emperador
Carlomagno cuando en realidad lo haces de la pérfida bocamanga del
genocida Franco.
Sí, tú, último representante en España de la banda de borrachos,
puteros, idiotas, descerebrados, cabrones, ninfómanas, vagos y
maleantes que a lo largo de los siglos han conformado la foránea
estirpe real borbónica culpable del atraso, la ignorancia, la
degradación, la pobreza, el odio y la miseria generalizada de
centenares de generaciones de españoles; presunto (estamos en un Estado
de derecho aunque no lo parezca) malversador de fondos públicos para
pagar francachelas sexuales; corrupto máximo en un país donde,
desgraciadamente, la corrupción se mama desde la cuna; impune muñidor
de una descomunal fortuna personal que nadie en este país sabe de donde
ha salido; vil autogolpista castrense en aquél recordado 23-F que
organizaste in extremis para salvaguardar tu detestable corona
franquista; fratricida confeso (o presunto asesino) en tu juventud; reo
de un delito de alta traición a la nación española al pactar en 1975
con el Departamento de Estado norteamericano, ostentando interinamente
la Jefatura del Estado español por enfermedad del dictador Franco, la
entrega vergonzante a Marruecos de la totalidad de la antigua provincia
española del Sahara Occidental (territorio bajo administración
española, según la ONU) en evitación egoísta de una guerra con ese país
que hubiera puesto en peligro tu tambaleante corona; corresponsable,
en consecuencia, del espantoso genocidio posterior (más de tres mil
víctimas) cometido por el rey alauí, Hassan II, para dominar el inmenso
territorio abandonado por España… tú que mandas callar a voz en grito a
jefes de Estado extranjeros.
¿Por qué callas ahora? ¿Por qué no hablas, y cuanto antes, a los
españoles? Primero ¡faltaría más! de las andanzas presuntamente
delictivas (los jueces hablarán próximamente) de tu deportivo yerno,
ese caradura integral que se ha valido de su matrimonio (con el,
seguramente, también delictivo consenso de su gentil esposa) y de la
impunidad casi absoluta de que ha gozado hasta ahora la llamada familia
real española, para apropiarse de millones de euros del erario
público. Con la gentil colaboración de políticos y altos cargos de las
derrochadoras y detestables administraciones públicas de este país
(central y autonómicas).
Y en segundo lugar, supremo líder de la ya amortizada monarquía
franquista del 18 de julio, y ya va siendo hora, háblanos de todas las
irregularidades y presuntos delitos cometidos por tu regia persona,
algunos de los cuales acabo de señalar y que este humilde mortal (o
plebeyo, como quieras) ha denunciado repetidas veces en los últimos
años ante las Cortes Españolas, única institución que puede entender de
los mismos en base a la absoluta impunidad constitucional de la que
gozas gracias a tu amado generalísimo, el tercer dictador más
sanguinario de la historia europea después de Hitler y Stalin.
Presuntos delitos de los que más tarde o más temprano tendrás que
responder ante el pueblo español y que, no te quepa la menor duda,
ocuparán algún día páginas y páginas en la triste historia de este país
de la modélica transición y gaitas parecidas.
Porque, amigo monarca, ya conoces los populares dichos: “A todo cerdo le llega su San Martín” y “El tiempo coloca a cada uno en su lugar”. Y a ti, y a toda tu familia y parentela más o menos cercana de enchufados, vagos y maleantes de toda laya, parece ser que está a punto de llegaros esa suculenta y tradicional onomástica de ancestral raíz gastronómica a la vez que el justiciero “devenir temporal de la historia” os arrincona sádicamente contra vuestro propio latrocinio y contra vuestra y escandalosa corrupción; decidido a bajaros a todos a las negras profundidades del infierno político y social.
El largo tiempo del vino (Vega Sicilia, naturalmente) y las rosas de
palacios y lujosas residencias veraniegas (más de siete lustros),
gastándoos a espuertas el escaso dinero de los amados y tontorrones
súbditos, toca a su fin. Y todos, absolutamente todos los componentes
de esa tu despreciable familia real, tendréis que comparecer algún día
ante la justicia; unos, como el atlético y descerebrado deportista de
elite que creyó que le había tocado la bonoloto cuando la infantita de
marras le eligió como dulce esposo de su particular cuento de hadas,
muy pronto, porque las pruebas son irrefutables y porque, aunque torpe y
lenta, la bella diosa ciega celtibérica de la balanza de oro, no podrá
esta vez mirar para otro lado y tendrá que castigar como se merece
tanto derroche, tanto latrocinio y tanta vagancia familiar e
institucional; otros, como las infantitas borbónicas casadas o
separadas temporalmente de sus parejas, que se dejan querer cobrando
espectaculares sueldos millonarios de grandes empresas españolas y
multinacionales y que, con tribunales o sin ellos, pronto tendrán que
renunciar a tanta bicoca; y tú, todavía rey franquista de todos los
españoles, aún protegido como estás por la larga mano del dictador y
por la nefasta herencia constitucional de unos cuantos pelotas de
intramuros del régimen (padres de la patria, qué risa) que parieron una
Carta Magna a tu medida haciéndote divino e inviolable… no te confíes
demasiado que el horno no está para bollos y muy pronto pintarán bastos
en las calles y avenidas de muchas ciudades españolas.
¡Deja ya de hacerte el muerto! ¡Deja ya de emplear medios del Estado
(aviones militares y demás) para acudir a grandes premios de Fórmula I
o torneos internacionales de tenis a la par que eludes con total
desvergüenza las escasas y ridículas obligaciones de tu medieval
cargo…y habla! Cuéntanos a los españoles si conocías o no las
presuntamente delictivas andanzas de tu todavía yerno, el Urdanga ése, y
por qué te hiciste el sueco si, como es de cajón, las conocías. Y,
también, nos pones al corriente de a cuanto asciende a día de hoy tu
amañada fortunita, de como se desarrollaron (sin entrar en detalles
morbosos, desde luego) tus pícaras alegrías amatorias con cargo a los
fondos reservados del Estado español, de como transcurrió el tortuoso
día (23-F del 81) en el que salvaste a todos los españoles… y de todas
las demás guarrerías personales y familiares cometidas en tu ya largo
reinado. Así los españoles nos iremos enterando de todo ello sin tener
que acudir a Internet y los jueces y los diputados electos del Partido
Popular del hoy “muy asustado y mudo Rajoy” podrán ir tomando nota.
Para cuando haga falta, naturalmente…
Después de este artículo, el coronel Amadeo Martínez Inglés, ha sido acusado de "injurias a la Corona". Aquí el pliego de descargo dirigido al Juez del caso.
AL ILMO MAGISTRADO-JUEZ DEL JUZGADO CENTRAL DE INSTRUCCIÓN NÚMERO DOS DE LA AUDIENCIA NACIONAL
Don Amadeo Martínez Inglés, coronel del
Ejército diplomado de Estado Mayor, escritor e historiador militar, se
dirige a VS en relación con la cédula de citación recibida en su
domicilio con fecha 23-03-2012 en base a las diligencias previas que, en
providencia de 21.03.12, ha abierto ese Juzgado por un presunto delito
CONTRA LA CORONA, exponiéndole las siguientes consideraciones:
PRIMERA.- Como coronel
de Estado Mayor, historiador militar y profesor de esta última materia
en la Escuela de Estado Mayor del Ejército español me he dedicado
durante más de treinta años, concretamente desde mediados de los años
ochenta del pasado siglo, a estudiar e investigar la vida del actual rey
de España Juan Carlos I tanto en su ámbito personal como en el público e
institucional.
SEGUNDA.- Como
consecuencia de esas investigaciones y estudios profesionales pronto
llegarían a mi conocimiento abundantes indicios racionales de la
comisión por parte del monarca español de variados presuntos delitos tales como (por orden cronológico): “homicidio imprudente” o “fratricidio premeditado” (esta disyuntiva nunca la han dilucidado los jueces que deberían haberlo hecho); “alta traición a la nación española”, al
haber pactado en secreto en noviembre de 1975 con el Departamento de
Estado norteamericano la entrega unilateral a Marruecos y Mauritania de
la antigua provincia española del Sahara Occidental; “cobardía ante el enemigo”,
al retirar en esa fecha de manera humillante y sin combatir las fuerzas
militares españolas de ese territorio ostentando la Jefatura Suprema de
las FAS; “genocidio de la antigua población del Sahara español en grado de colaborador necesario” (más de tres mil víctimas) al haberla entregado al rey alauí Hassan II totalmente indefensa; “golpismo de Estado”,
al haber autorizado a sus militares cortesanos (Armada y Milans del
Bosch) la planificación, preparación y ejecución de la maniobra
político-militar desarrollada en España la tarde/noche del 23 de febrero
de 1981, conocida popularmente como “la intentona involucionista del
23-F”; “terrorismo de Estado”, al tener previo
conocimiento, como comandante en jefe de las FAS, de la guerra sucia que
preparaban los servicios secretos militares y de la seguridad del
Estado contra ETA (GAL) y no haber impedido su puesta en marcha; “malversación de caudales públicos”
de los denominados “fondos reservados” adscritos a Defensa, presidencia
del Gobierno e Interior, al conocer y no desautorizar el pago a
determinada vedette del espectáculo español por las prestaciones
sexuales que le había realizado durante más de quince años y que ella,
en 1996, amenazaba con hacerlas públicas a través de documentos
audiovisuales de su propiedad; “corrupción generalizada”,
al recibir durante décadas regalos multimillonarios procedentes tanto
del exterior como de la propia España: yates, fincas de recreo,
petrodólares en forma de créditos a fondo perdido…etc, etc; “enriquecimiento ilícito”
como consecuencia de todo lo anterior y de oscuros negocios de todo
tipo que en los últimos años han trascendido a la opinión pública
española a través de libros y documentos nunca desmentidos oficialmente
hasta convertir a su familia en una de las mayores fortunas del mundo
(la 134, con 1790 millones de euros en su haber).
TERCERA.- Como
consecuencia de todo lo anterior, señor magistrado juez del Juzgado
Central número 002 de la AN, el 23 de septiembre de 2005, y ante
la incompetencia constitucional que presentan los tribunales españoles
(y de todo el mundo) para juzgar los presuntos delitos cometidos por el
actual rey de España, Juan Carlos I, envié al presidente del Congreso de los Diputados un exhaustivo informe (40 páginas) sobre las muy claras y decisivas responsabilidades del monarca en la ya señalada “intentona involucionista del 23-F”,
solicitándole la creación de una Comisión parlamentaria que depurara
esas presuntas responsabilidades tanto en el terreno personal como en el
histórico e institucional. Posteriormente, el 25 de enero de 2006,
remití el citado informe al presidente del Gobierno de la nación, al del
Senado y a los de las más altas instituciones del Estado: Consejo de
Estado, Tribunal Constitucional, Consejo General del Poder judicial…etc,
etc. Asimismo, en años posteriores (12 de febrero de 2007, 4 de abril
de 2008, 8 de octubre de 2008 y 13 de diciembre de 2011) seguí enviando
al Congreso de los Diputados periódicos y detallados informes que he ido
extendiendo y ampliando a la totalidad de los presuntos delitos
cometidos por el actual jefe del Estado español. Del remitido con fecha 4
de abril de 2008, y con casi un año de retraso, recibí acuse de recibo
por parte de la Cámara Baja del Parlamento español comunicándome que
había sido trasladado a la Comisión de Peticiones de la misma para su
oportuno “estudio y tramitación”.
CUARTA.- El 8 de
septiembre de 2008, y en relación con el “homicidio imprudente” (así lo
admitió en su día su noble autor y su familia) o “flagrante asesinato”
(eso deberían haberlo ya dilucidado los jueces portugueses o los
militares españoles, ya que en marzo de 1956 “el caballero cadete
Juanito” era un profesional de las FAS españolas) cometido por el actual
rey de España Juan Carlos I a las 20,30 horas del día 29 de marzo de
1956 en la finca denominada “Villa Giralda” de Estoril (Portugal), me
permití enviar al Fiscal General de Portugal (Procurador-Geral da
República) un prolijo estudio profesional (sin duda el único estudio
balístico que existe en relación con este caso) sobre las condiciones y
las circunstancias en las que se desarrolló el supuesto accidente
familiar que le costó la vida al infante Alfonso de Borbón a manos de su
hermano mayor Juan Carlos, solicitándole la apertura de una
investigación judicial al respecto. El Fiscal General del Estado
portugués admitió a trámite el informe y prometió “que o caso vai ser
analisado”. A los pocos días, por presiones del Gobierno español según
medios portugueses, me comunicó su archivo debido al tiempo transcurrido
y a la complejidad de abrir en esos momentos un caso judicial tan
delicado.
QUINTA.- Pues bien,
señor magistrado de la Audiencia Nacional, cuando este historiador
militar que se dirige a VS a través de las presentes líneas creía que,
tras la admisión a trámite de sus reiteradas denuncias contra el todavía
rey Juan Carlos I por parte del Congreso de los Diputados, iba por fin a
poder exponerlas con todo lujo de detalles ante los señores diputados
de la Cámara Baja, resulta que lo que recibe (a horas intempestivas y a
través de una patrulla de la policía municipal que no se recata en
mostrar a los vecinos todo su poder institucional e intimidatorio,
seguramente para asustar al coronel que suscribe ¡qué risa!) es una cutre cédula de citación
(una muy mala fotocopia torcida, casi ilegible y con abundantes errores
que pone en evidencia la miseria y postración en la que se debate hoy
en día la justicia española) para que acuda el 16 de abril, a las 10,30
horas, al digno Juzgado del que VS es titular a fin de declarar como imputado en un presunto delito CONTRA LA CORONA ¡Toma ya! ¡Aquí tenemos otra vez la España cañí!
¡El historiador/mensajero a los tribunales por haber osado meterse con
el supremo y divino rey de los españoles (de algunos españoles, cada vez
menos)! Y para más inri ¡para eso vivimos en un Estado democrático y de
derecho! por un artículo publicado en la prensa digital (en la otra, en
los medios de comunicación tradicionales del Estado, le tienen
censurado desde hace años para que no dañe la impoluta imagen del rey
sin par que nos puso el dictador Franco) sustentado, además, sobre la
base de su libertad de expresión y de décadas de estudios,
investigaciones y denuncias que ha puesto a disposición, una y otra vez,
de las más altas instituciones del Estado.
SEXTA.- Mi, al parecer,
demoníaco artículo, señor Juez, dejando de lado el estilo duro, bronco,
intempestivo y, seguramente, impertinente, en el que ha podido ser
redactado (cada escritor escribe como quiere ¡faltaría más! en un país
libre, democrático y de derecho) solo refleja la verdad, una verdad a la
que este escritor ha tratado de llegar con su esfuerzo y dedicación
durante más de treinta años. Y que, repito una vez más, desde al año
1994 ha puesto numerosas veces, mucho antes de que este artículo “Por qué te callas”
viera la luz digital, a disposición del pueblo español en general y de
las más altas instituciones del Estado (Las Cortes y el Gobierno de la
nación) en particular. Entrando en un apresurado análisis de autor debo
decirle señor magistrado del JUCINAN 002 (perdone, señoría, pero es que
los militares de Estado Mayor somos muy amigos de las siglas,
seguramente porque en la guerra el enemigo nunca nos da el tiempo
suficiente para escribir en román paladino todo lo que quisiéramos), por
si no se ha leído despacio mi artículo que me temo que no dada la
cédula de citación que ha tenido a bien enviarme, que éste presenta tres núcleos o almendras literarias bien diferenciadas:
1ª).- Un
ataque, reconozco que inmisericorde y duro pero veraz y ajustado
históricamente, contra la dinastía borbónica, de cuya muy baja catadura
moral, profesional y social pocas personas en este país tienen dudas.
¿O acaso Felipe V no fue un loco y egoísta que para ceñir la corona
española sumió a este país en una guerra cruel y despiadada que provocó
miles de muertos y la perdida sensible de territorios patrios? ¿Y
Fernando VII no fue un traidor de tamaño natural, un gran felón como,
afortunadamente, reconoce la historia de España? ¿E Isabel II no tuvo
bastante de ninfómana o meretriz regia, como propaló su propio pueblo?
¿Y su esposo oficial, Francisco de Asís de Borbón, alias el “Paquita” y
“el Puntillas”, no fue toda su vida marital un cabrón consentido? ¿Y el
nefasto rey Carlos IV, un cobarde y un traidor a su patria? ¿Y Alfonso
XIII, el abuelo del actual titular de la dinastía, un putero de las
noches madrileñas y un borracho perpetuo? ¿Y el conde de Barcelona,
padre del Juan Carlos I al que le soltó aquella frase lapidaria de
“Júrame que no lo has hecho a propósito” cuando lo encontró sobre el
cadáver de su hermano Alfonso la tarde del fatídico 29 de marzo de 1956,
no se pasó media vida a bordo de su yate trasegando ginebra a
espuertas? Y el rey actual, que primero mata a su hermano, traiciona a
su padre y besa el culo a Franco para conseguir ceñir la corona de
España y después abandona a Adolfo Suárez a manos de los militares y
borbonea con éstos para mantener como fuera su estatus regio ¿ha hecho
algo aparte de preparar golpes de Estado, fornicar a destajo a cargo de
los fondos reservados, navegar en el Fortuna y en el Bribón, cazar osos
(borrachos o con tasa de alcoholemia legal), esquiar en Baqueira Beret,
pasarse los veranos a cuerpo de rey en Marivent y labrarse un afortuna
apañadita?
2ª).- Una revista rápida y fugaz de los presuntos delitos cometidos por el rey Juan Carlos I,
antes y después de subir al trono. Que, como ya le he expuesto, los he
denunciado repetidas veces durante los últimos ocho años a las más altas
instituciones del Estado y que no es cuestión de volver a repetir.
3ª).- Una clara y nueva acusación contra el monarca español por su actuación en el “caso Urdangarín”
puesto que, conociendo desde el año 2006 (la misma Casa Real lo ha
admitido) los oscuros manejos (presuntos delitos) de su famoso yerno, se
calló (por eso titulé mi artículo” ¿Por qué te callas?). Señor Juez,
usted seguramente sabe de esto más que yo, que para eso es un señor
magistrado de la Audiencia Nacional (antes TOP), pero esta actuación de
nuestro amado rey en defensa de su familia (¿de su corona, tal vez?)
podría ser constitutiva de un nuevo presunto delito de encubrimiento. ¿O
no?
SÉPTIMA.- De todo lo
anterior se desprende, señor magistrado, que mi artículo titulado “¿Por
qué te callas?” de delictivo no tiene nada de nada. Es un trabajo serio y
profesional, aunque duro en las formas, que recoge una vez más y de
forma un tanto airada (los tiempos no están para genuflexiones
versallescas) lo que vengo diciendo desde hace años en multitud de
libros, artículos y conferencias. Además, su señoría conoce mucho mejor
que este antiguo uniformado, la “Exceptio veritatis”, el escudo jurídico
que protege la verdad del ataque inmisericorde de los poderosos e
impide que pueda ser considerada un delito. Sea quien sea el autor de
los hechos denunciados. Y por otra parte ¿qué es eso de un delito CONTRA
LA CORONA? Yo, personalmente, demócrata, progresista y republicano
hasta la médula, no reconozco corona alguna. Ni española ni de ningún
otro confín del mundo. En un Estado moderno, democrático y de derecho,
todos los ciudadanos debemos tener los mismos derechos y ser iguales
ante la ley. Sin privilegios de ninguna clase, como por otra parte
santifica la muy mejorable constitución del 78. En España ya ha habido
movimientos políticos y sociales para erradicar de nuestro ordenamiento
jurídico estos anómalos y extemporáneos delitos contra la corona. Pero
de momento siguen ahí esperando el momento propicio para defenestrarlos.
Por cierto ¿Por qué no existen en nuestras leyes delitos similares
contra la presidencia del Gobierno, contra el ministerio de industria o
contra el defensor del pueblo, por referirme solo a algunas de nuestras
muy numerosas instituciones democráticas? Todas las personas que
representan al pueblo soberano (bien es verdad que el rey actual solo
representa al dictador Franco, que fue quien lo puso en la jefatura del
Estado con arreglo a su particular derecho testicular) pueden (y deben)
ser objeto de crítica por parte de los ciudadanos (que no súbditos).
Así que dejémonos, de una vez, de delitos “contra la corona”, señor
magistrado. Por cierto, y perdone por la pequeña insolencia de la
pregunta: ¿El señor Urdangarín, forma parte o no de la corona española
contra la que yo, presuntamente, he delinquido? Porque, vamos, tendría
bemoles la cosa…
OCTAVA.- Y ya para
terminar este largo escrito, señor magistrado-juez del JUCINAN 002, me
permito significarle que así como su señoría, debido a su cargo, ostenta
ese preeminente tratamiento de VS, el coronel, escritor e historiador
que suscribe, debido fundamentalmente a su empleo en el Ejército español
y a las múltiples condecoraciones que posee, algunas de ellas con
categoría de gran cruz o placa, tiene también derecho al tratamiento de
VE (excelentísimo señor), circunstancia ésta que le refiero sin un ápice
de personal vanidad, muy dormida después de más de cincuenta años de
luchar en este mundo cruel, pero con toda mi determinación de que sea
respetado. Y mucho más después de la clamorosa falta de respeto por su
parte al enviarme una cédula de citación que no es de recibo, propia más
bien de Somalia o de cualquier otro país tercermundista. Y es que ese
tratamiento y el empleo de coronel del Ejército español que poseo, señor
magistrado, no llegaron a mí a través de una rifa. Ya en 1958 y con un
poco más de 20 años de edad (cuando su señoría, con todos los respetos,
seguramente se meaba todavía en sus pantalones) tuve que jugarme decenas
de veces la vida luchando por defender este país de las huestes de
Hassan II, que habían invadido la “provincia española” de Ifni,
realizando misiones cuasi suicidas tras las líneas enemigas al frente de
un puñado de soldados voluntarios de elite. Sin vanidad alguna, debo
decírselo de nuevo, fui propuesto para la medalla al mérito militar y en
mi hoja de servicios se reconoció mi valor en acción de guerra.
Después, y a lo largo de casi cuarenta años, seguí arrostrando los
claros peligros de mi profesión, tanto en unidades paracaidistas como en
las nómadas del desierto del Sahara. He estudiado años y años sin parar
estando en posesión de tres diplomas de Estado Mayor (uno de ellos
extranjero) y de prácticamente todos los diplomas de especialización de
mi Ejército. Y, buscando siempre “los puestos de mayor riesgo y fatiga”
como recomiendan los reglamentos militares españoles, hasta pedí dos
veces ir voluntario al país vasco (cuando muy pocos compañeros lo
hacían) donde, vestido con el uniforme de coronel, en un coche negro sin
blindar y con matrícula ET, sin escoltas de ninguna clase (esas
escoltas que sus señorías de los altos tribunales de justicia reclaman
ahora con insistencia a un Gobierno cicatero que amenaza con
quitárselas) tuve que atravesar centenares de veces las peligrosas
calles de las ciudades vascas a solas con mi entrepierna y con un
pequeño revólver en la mano derecha, bajo mi portafolios, listo para
escupir plomo. Así durante años, sin quejarme lo más mínimo (mi
profesión no me lo permitía) no sabiendo nunca, cuando cada mañana cogía
el vehículo, si regresaría a mi despacho en el mismo o en otro, negro
también, pero con una corona en el cristal trasero. Como le ocurriría
finalmente a otro compañero mío, el único con categoría de coronel
destinado en la misma ciudad que yo que, curiosamente, se desplazaba
siempre de paisano y en coche camuflado y que murió ametrallado en un
semáforo. Años después, por luchar por unas Fuerzas Armadas más modernas
y profesionales, los generales franquistas ¡ojo, de 1990! me señalaron
la puerta de la que había sido mi carrera (después de cinco meses en una
prisión militar) y tuve que reciclarme a escritor e historiador. Así
que figúrese, señor magistrado, y por eso le he contado una parte
sustantiva de mi vida profesional, la preocupación o la angustia vital
(la palabra “miedo” no la puede ni siquiera nombrar un militar, como les
ocurre a ustedes los jueces con la de “prevaricación”) que ha podido
generar en mi alma de soldado su cutre cédula de citación para que acuda
a su Juzgado a declarar por un presunto delito contra la corona. Es que
desde ese fatídico día vivo sin vivir en mí o, como diría el señor
Rajoy, envuelto permanentemente en un lío emocional.
Pero no se
preocupe, señoría, que voy a ir. Sí, sí, voy a ir (si hay que ir se
va…según el humorista Mota) pero no para perder ni un solo segundo de mi
tiempo hablando de ese presunto delito que al parecer he cometido
contra la panda sociofamiliar que habita en La Zarzuela sino para
hablar, si VS quiere, de los presuntos delitos del rey Juan Carlos que
es, en definitiva, el presunto delincuente y no yo. Para lo cual,
obviamente, tendrá VS que leerse y estudiarse (si no es imposible que
nos entendamos) todos los libros, artículos y documentos que he parido
(con perdón) durante los últimos veinte años. Y nada más, señor
magistrado-juez del JUCINAN 002. En anexo aparte le señalo los libros y
documentos que es preciso se lea previamente para la buena marcha de la
futura entrevista así como los documentos de diferentes instituciones
del Estado que ese Juzgado debería interesar de los organismos
competentes para la buena marcha de las diligencias previas que acaba de
emprender, instadas todavía no sé por quien. También le relaciono la
lista de personas que, a mi juicio, deberían aportar testimonio en
calidad de testigos.
Firmo el presente documento en Alcalá de Henares a 9 de abril de 2012
Habéis leído sobre este caso en los medios convencionales? YO NO.
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