El borracho del pueblo dormirá en una zanja, el tren expreso pasará sin detenerse en la estación y la banda del regimiento ensayará infinitamente la marcha que toca hace veinte años en la plaza.
Sólo que algunos niños dejarán sus volantines enredados en los alambres telefónicos para volver llorando a sus casas sin saber qué decir a sus madres, y yo grabaré mis iniciales en la corteza de un tilo sabiendo que eso no sirve para nada.
Los amigos jugarán fútbol en el potrero de las afueras. Los evangélicos saldrán a cantar a las esquinas. La anciana loca paseará con quitasol. Y yo diré para mí mismo: "El mundo no puede terminar. porque las palomas y los gorriones siguen peleando por la avena en el patio".
Jorge Teillier
Poemas del país de nunca jamás, 1963.
No hay comentarios:
Publicar un comentario