Ahora que el Gobierno acude al rescate de la economía, nadie protesta. Los que quieren minimizar las funciones del Estado y que su papel sea parecido al de las monarquías parlamentarias, o sea, puramente testimonial, en un mundo donde el mercado sea el único que decida la suerte de los ciudadanos, callan. Políticos que calificaban de intervencionismo marxista las tenues medidas fiscales del Gobierno al comienzo de la crisis no dicen ni pío cuando, en lugar de recaudar, las Administraciones salen en defensa del sistema inyectando dinero y pulverizando de paso el libre mercado.
Ya se están nacionalizando bancos y los neocons bendicen la medida con su silencio porque el beneficiario, en primera instancia, es el sistema que defienden. Cuando se ha intentado algo parecido de forma profiláctica para evitar, precisamente, este tipo de situaciones (Mitterrand nacionalizó la banca en 1981 para, según decía, poner los bancos al servicio de las empresas y los ciudadanos y salvarlos de las garras de los especuladores) se montó la de dios es cristo. Pero, así como, sumidos en el terror de la incertidumbre, los ciudadanos dan margen a la fe en el deseo de que las aguas vuelvan a su cauce, alguna conclusión debería sacarse de todo este tinglado que nos va a provocar no poco quebranto.
La primera y fundamental es que el capitalismo salvaje (que es como debe llamarse, porque lo es y estamos viendo sus consecuencias, al liberalismo económico) no persigue, en absoluto, el bienestar del ciudadano, más bien le importa un bledo, y por tanto debe estar controlado y limitado por medidas administrativas que persigan la obligación elemental de todo Gobierno: mejorar las condiciones de vida de los gobernados.
Y la segunda, ahora que hasta la oposición está de acuerdo en que el Estado debe actuar, que debe abandonarse para siempre la criminalización del intervencionismo puesto que es la esencia de todo Gobierno: intervenir, pero al rescate del ciudadano de las manos de los sinvergüenzas que lo sangran.
Asuntos y Cuestiones. Blog de Gran Wyoming. Diario Público.
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1 comentario:
Amén.
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