miércoles, 28 de noviembre de 2007

Las emociones

Las emociones son estados internos que se caracterizan por sensaciones, reacciones fisiológicas y la conducta expresiva propia de éstas emociones..

Una emoción mal canalizada puede llevar a guardar silencio, sentirse herido, hundido...

Las emociones son dificiles de controlar y no se pueden ni medir ni observar... lo único observable es el comportamiento... no las emociones.

La emoción es un sentimiento subjetivo y privado.

Una experiencia individual.

Una respuesta somática, automática donde se implican órganos viscerales como el corazón..

La percepción se nutre de la memoria, del aprendizaje.. Una vez procesada la información, la reacción emocional que deriva de este procesamiento pone en marcha el sistema nervioso autónomo y al sistema endocrino... Pone el cuerpo en alerta, inhibe los movimientos del corazón...

Las emociones te pueden hacer vivir muy deprisa.. o te pueden hacer morir lentamente...

De nosotros depende.

La emoción está muy unida al lenguaje.

Y muy unida a la enfermedad.

Una persona triste influye en su sistema inmunitario.

Pero no lo podemos evitar... las personas tenemos una tendencia emocional innata.

Las emociones forman parte intrínseca de nuestra vida...

Son tan delicadamente bellas y frágiles las emociones...

Pero no permitamos que las emociones dominen nuestro comportamiento... porque arruinarán nuestra vida.

Podemos (debemos) controlar nuestros pensamientos para que deriven en unas emociones limpias, libres de toda culpa ... que nos produzcan bienestar, serenidad y calma interior... Porque nuestro comportamiento entonces será el de alguien que si no es feliz, al menos vive con ímpetu por experimentarlo, aunque sea de forma efímera... y no existe fuerza más poderosa - ni tan siquiera el propio destino- que nos pueda regalar una existencia más dichosa en este mundo.

Recuerda.. Si algo tiene solución, ¿Por qué te afliges? Y si no la tiene, ¿por qué te afliges?

Pensar los sentimientos, sentir los pensamientos..

----- Quisiera protegerte con biombos de las corrientes de aire como El Principito hizo con su rosa..

Para Carmen, la niña de mis ojos.

viernes, 23 de noviembre de 2007

Guerrilla de la comunicación en Bucarest

Traducción del rumano al español para una mejor comprensión:

Nu Ne Vindem Tara ! = ¡No estamos vendiendo nuestro país! Sa Mori Tu = (la forma gitana de decir) Mi culo Muie = Chúpame la polla

martes, 20 de noviembre de 2007

Cuento fatal

Hace muchos, muchísimos años, vivía en una pequeña aldea una niña llamada Malasuerte. Se llamó a sí misma de este modo porque siempre pensó que la mala suerte la perseguía. Para ella todas las oportunidades resultaron ser fracasos y desolada, continuaba deambulando de un lugar a otro, de unos brazos a otros, de la compañía de la gente a la más completa soledad. Un día, cuando menos esperanzas tenía en el futuro, se le apareció un Hada madrina que le ofreció cumplir tres deseos. Ella, muy asustada al principio, le dijo que tenía que tomarse su tiempo para poder elegir bien esos tres deseos, pero el hada le dijo nerviosa: ¿Crees que vivo para tí? Malasuerte confundida, con miedo a volver a equivocarse, a desperdiciar aquello que parecía un regalo caído del cielo, le respondió si podía pedir un único deseo. El Hada irritada le respondió: ¿Por qué sólo uno, si te puedo conceder tres, niña tonta? Malasuerte dijo: Porque encierra todo cuanto deseo en esta vida. El Hada exclamó: ¡Pues formúlalo ya! Y la niña dijo: FELICIDAD!! Que haga lo que haga, esté donde esté y con quien esté, sólo sienta felicidad. Y le fue concedido. Ahora, años más tarde, se puede ver a Malasuerte sonriendo, cantando, bailando y alegrando la vida de los que la rodean, pero en realidad es sólo un pobre bufón en una corte de imbéciles que aprovechándose de su felicidad, intentan manipularla. Moraleja: No se te ocurra pedir cosas muy ambiguas, que las hadas tienen prisa.

sábado, 10 de noviembre de 2007

John Gallianooollll

Amo el planeta Tierra

Ayer fui a ver "TIERRA" y salí emocionadísima del cine. Hacía mucho que ninguna película me conmovía de ese modo. Este documental tiene una fotografía de una belleza fascinante y está contado de un modo sereno, sin caer en el morbo de la sangre ni en la lagrimita fácil. No es una película dura como la de Al Gore en "Una verdad incómoda" sino un recordatorio a la delicada fragilidad de nuestros ecosistemas, y por encima de todo, es un canto a la felicidad y al sentimiento de celebración por tener la gran suerte de habitar este maravilloso planeta. Usando el sol como guía, la película parte hacia un apasionante viaje desde el Ártico, donde una familia de osos polares se despierta bajo las primeras luces de la primavera en busca de comida antes del deshielo, continua por Africa donde una elefanta y su cría, cuya piel refleja el resultado de una sequía sin piedad, recorrerán miles de kilómetros en busca de agua y llegarán completamente extenuadas y medio ciegas de las tormentas de polvo a una charca que compartirán con una manada de leones hambrientos para después adentrarnos en el mar y seguir la migración de dos ballenas jorobadas a lo largo de 6.000 kilómetros desde el Ecuador hasta la Antártida en busca de krill, su fuente de alimento. Hay escenas muy emotivas que te hacen pensar en lo inteligentes que son los animales pero sobre todo en su vulnerabilidad y su sensibilidad, cualidad esta última que muchos humanos dejamos de tener hace tiempo, cuando vemos a elefantes y morsas hacer un círculo de protección para sus crías cuando se sienten amenazados por depredadores, cómo la ballena madre y su cría golpean con sus aletas la superficie del mar para sentir el ruido y no perderse en aguas tan agitadas o cómo un oso polar avanza penosamente sobre una delgada capa de hielo que se rompe a cada paso.. Se tambalea, se arrastra, chapotea.. Le aguarda la agonía del hambre o el ahogamiento. Y finalmente cae rendido en la nieve, cierra los ojos y se deja morir junto a una manada de morsas porque no consiguió alimento. Este documental no debe tomarse como parte de esa "moda" por lo ecológico y lo "cool" que resulta hablar sobre el cambio climático sino para tomar conciencia de nuestras acciones y ponernos en marcha para lograr salvar este planeta. Porque aún estamos a tiempo. Porque tenemos que darnos cuenta que los humanos no dominamos sino que COMPARTIMOS esta tierra con el resto de las especies. La película cumple la función de conciencia y de memoria. Nos demuestra que nuestro mundo es débil. Que está siendo vapuleado y hasta desmantelado. Pero no lo hace con apocalipsis visuales o estadísticas sino que nos propone reconciliarnos con el primer principio de todas las filosofías morales dignas de tal nombre: La del derecho de toda la vida a su continuidad. Es nuestra obligación ayudar a conseguirlo.

lunes, 5 de noviembre de 2007

La Recomendación..

Todo el álbum "Our love to admire" de Interpol. Y en especial...Pioneer to the falls y Heinrich Maneuver.

Ne me quitte pas...

No me dejes Hay que olvidar Todo se puede olvidar Lo que ya se fue Olvidar el tiempo De los malos entendidos Y el tiempo perdido Para aclararlos Olvidar esas horas Que mataban a veces A golpes de porqués al corazón de la felicidad. No me dejes, no me dejes, no me dejes Yo te ofreceré perlas de lluvia venidas de países donde no llueve. Yo escarbaré la tierra Hasta después de mi muerte Para cubrir tu cuerpo De oro y de luz Yo haré un reino Donde el amor será rey Donde el amor será ley Donde tu serás reina. No me dejes, no me dejes, no me dejes, Yo te inventaré Palabras locas Que tu comprenderás Yo te hablaré De esos amantes Que han visto por dos veces Arder sus corazones. Yo te contaré La historia de un rey Que murió por no haber Podido encontrarte. No me dejes, no me dejes, no me dejes, Se ha visto a menudo Resurgir el fuego Del antiguo volcán Que se creía demasiado viejo. Existen tierras quemadas Que dan más trigo que un mejor abril Y cuando viene la noche para que un cielo arda El rojo y el negro ¿Acaso no se unen? No me dejes, no me dejes, no me dejes, No voy a llorar No voy a hablar Yo me ocultaré Para mirarte bailar y sonreír Y escucharte cantar y después reír Déjame volverme La sombra de tu sombra La sombra de tu mano La sombra de tu perro No me dejes, no me dejes, no me dejes, no me dejes...

domingo, 4 de noviembre de 2007

La frase del día..

Tú y yo sabemos que el mundo se adormece por falta de imprudencia...

sábado, 3 de noviembre de 2007

Tengo el "corazón rojo"

Mi solidaridad con El Descodificador de El Mundo. Y mi más ferviente admiración para Javier Pérez de Albéniz por expresar, mantener y defender sus ideas por encima de cualquier linea editorial. Arriba la libertad de expresión, la pruralidad y el intercambio sano de ideas. Y abajo El Mundo por acosador, por mentiroso, por apoyar la teoría Conspiranoica del 11-M, por escorarse desgraciadamente hacia la extrema derecha, por censurar, por hipócrita, por tendencioso, por sectario y manipulador.

jueves, 1 de noviembre de 2007

El Negocio de la Muerte

Hoy festividad de todos los santos, tenía que hacer mención al GRAN NEGOCIO que supone la muerte en países como EEUU o España. Abajo, el vídeo que nos muestra en cifras lo que supone el beneficio de los entierros a la industria funeraria.. Otros ladronzuelos (como la SGAE)

La patria gutural

Hay indicios crecientes de que el patriotismo extremo conduce a las afecciones de garganta y a un incremento peligroso de la tensión arterial, así como a la recuperación de impulsos ancestrales tan nobles como el escrutinio de la limpieza de sangre y las hogueras purificadoras. El patriota enronquece al manifestar la vehemencia de sus sentimientos, y las palabras brotan de sus cuerdas vocales más como interjecciones, rugidos o gruñidos que como sonidos inteligibles. La pasión le enrojece la cara y le hincha las venas del cuello, con el consiguiente peligro de trombosis o de infarto cerebral. Tuve ocasión de observar de cerca estos síntomas hace ya más de un cuarto de siglo, cuando servía a la patria en mi calidad de soldado de reemplazo, y también cuando tenía la mala fortuna de presenciar alguna concentración de extrema derecha, en aquellos tiempos poco idílicos que vinieron antes e inmediatamente después del intento de golpe de Estado de Tejero. En los cuarteles había algunos mandos modernos y muchos otros acomodaticios, y unos cuantos, temibles, que cultivaban la oratoria del patriotismo gutural. En sus gargantas, la palabra España sonaba como un disparo seco de fusil, casi siempre acompañada de vivas y mueras; se les hinchaban mucho las venas del cuello, y en su vocabulario abundaban palabras como traidor, cobarde, etc. La patria era una cuestión glandular: su órgano rector no estaba situado en el cerebro o en el interior del pecho, sino un poco más abajo, en la entrepierna hipertrófica, que era también la que regía ese mérito inexcusable del patriota, el coraje físico, o, para ser más precisos, aunque algo más crudos, los cojones. La patria de aquella gente estaba definida no por el censo de los compatriotas a los que acogía, sino por los que expulsaba, por los que aniquilaba con sólo mencionarlos. El viva ronco a la patria casi nunca era tan apasionado como el muera con que se fulminaba a sus enemigos, o, peor aún, a los tibios que no la sentían con la debida vehemencia, por no hablar de los traidores que llevándola en la sangre abjuraban de ella. Al cabo de casi treinta años, de aquellos patriotas genitales, con o sin camisas azules, con o sin uniforme, quedan algunos espectros dispersos que se aparecen en lugares señalados en torno al 20 de noviembre. En cuanto al ejército en el que tantas esperanzas tenían, se ha civilizado acatando escrupulosamente la autoridad civil, y cumpliendo por el mundo misiones de paz y de sustento de la democracia que merecerían más publicidad y gratitud de las que reciben, y que no dejan de asombrarnos a quienes conocimos por dentro aquella institución ineficiente y lóbrega heredada del franquismo. Los militares se han civilizado, en el sentido literal de la palabra, a lo largo de los últimos veinticinco años, pero en ese mismo tiempo, un número creciente de civiles se han embrutecido. Ahora, el patriotismo extremo no está en aquellas juras de bandera en las que el coronel del regimiento nos alentaba a dar la vida heroicamente por España, posibilidad dudosa si se miraba a corta distancia a los reclutas muertos de aburrimiento, armados con fusiles viejos y vestidos con uniformes no muy limpios que nutríamos las filas de la leva forzosa. Lo he vuelto a ver, no sin estremecerme, en esas imágenes ahora tan frecuentes de la televisión que muestran a los patriotas desatados en Cataluña y en el País Vasco, los que gritaban detrás de livianas vallas de seguridad durante la ofrenda floral del 11 de septiembre en Barcelona o los que acosaban a esa alcaldesa de una aldea vizcaína que ha tenido la singular audacia de cumplir la ley. Otras veces, es verdad, los he visto en persona, y mucho más de cerca. El año pasado, en la plaza de Sant Jaume, manifestaban su indignación por la presencia en Barcelona de mi mujer, Elvira Lindo, y colateralmente la mía, llamándonos asesinos y españoles, y sugiriéndonos la conveniencia de regresar a África, y repitiendo un eslogan que aún hoy me causa cierta intriga: "Bilingüismo es fascismo". Para un experto en padecer como un escalofrío literal en la nuca la proximidad de los patriotas terminales, me temo que los signos son inequívocos: la cara enrojecida, la hinchazón de las venas del cuello, las gargantas rasposas como lija después de un esfuerzo sin duda heroico pero también agotador emitiendo interjecciones, amenazas, insultos y anatemas, vivas y mueras. Los patriotas catalanes del once de septiembre, tempestuosos de banderas y enrojecidos por el entusiasmo y por el sol detrás de las vallas que contenían con dificultad su bravura, me recordaron a los que vi aclamar hace muchos años al general Franco en el paseo de la Castellana, hacia 1970, en mi primer viaje a Madrid. Qué miedo daban. Qué miedo dan éstos. Se me dirá que no es igual aclamar a Franco que a ese actor moderno que al parecer es la estrella más reciente de la soberanía catalana, dar vivas a "Catalunya lliure" o a "Euskadi Askatuta" que a España una, grande y, qué coincidencia, libre. Sinceramente, aparte del vestuario, no veo grandes diferencias. (Imagino, por cierto, que ese actor llevará su coherencia al extremo de no aceptar papeles o remuneraciones que procedan del país opresor). El ronco patriotismo español que padecí durante la primera parte de mi vida se había construido sobre la negación política, cultural y física de los considerados enemigos, de los tibios y de los traidores. Ahora leo en un ilustrado manifiesto catalán que quien no esté de acuerdo con no sé qué afirmaciones patrióticas es "un traidor, un cobarde o un español". Gran adelanto. Las patrias guturales se construyen mediante la adhesión fervorosa, la acomodación y el sometimiento, pero también exigen la limpieza de sangre y la expulsión o la huida de los que no encajan. A uno lo invitan a marcharse, o le hacen la vida cada vez más difícil, o se la hacen del todo imposible mediante el procedimiento extremo de arrebatársela, que es además una excelente medida disuasoria, pues casi todo el mundo, sin necesidad de ser cobarde, español o traidor, ama la vida más que la libertad, y prefiere el silencio o la simulación al destierro. El patriota necesita traidores y enemigos igual que el inquisidor necesita herejes, y los dos desarrollan una curiosa inclinación por los autos de fe. Nada purifica como el fuego. Los quemadores de banderas y los quemadores de efigies arman sus hogueras entre la aclamación bárbara de sus feligresías, y las diferencias circunstanciales son mucho menos reveladoras que las similitudes, que la terrible fuerza de los símbolos. Quien quema una bandera o un retrato o quien ruge ante las llamas está complaciéndose en el instinto arcaico de un fuego que elimine al adversario y restablezca una pureza siniestra sobre las cenizas. Dicen que cuando Freud supo, aún en su despacho de Viena, que en Alemania los nazis estaban quemando sus libros, comentó secamente: "Vamos progresando. En la Edad Media me habrían quemado a mí". Pero si no lo quemaron a él, como a varios millones de sus semejantes, fue porque había huido antes de que el gran incendio que había comenzado con los libros consumiera a muchos millones de seres humanos.No hago abusivas comparaciones históricas: digo que cuando se apela al fuego, al rugido y al anatema, la consistencia frágil de la civilización se está debilitando, y con ella el pluralismo que es su valor más preciado, y que no subsiste bajo la coacción. Digo también que quien ruge un "muera" está deseando de verdad la muerte de otro, y que quien envía un anónimo con la foto de una cabeza atravesada por una bala está alentando el asesinato y confiando al terror la tarea desagradable de limpiarle la patria de traidores y cobardes, es decir, supongo, de españoles. Y también digo que un indicio de la confusión ideológica que reina en España es que a esa gente se la considere de izquierdas.Que la condición nacional o el origen de una persona sean en sí mismo los peores insultos es otro rasgo que distingue a los grandes patriotas. Bien mirado, casi es un refinamiento: no hace falta que te llamen "negro asqueroso", "cerdo judío", "moro de mierda", "español cabrón", porque eso implicaría no sólo un mayor esfuerzo verbal, sino también el reconocimiento de que puede haber negros limpios, judíos decentes, moros respetables, españoles bondadosos. Cuando mi mujer y yo escuchábamos que se nos llamaba españoles y se nos alentaba a volver a África, personas educadas y afables nos animaban a no hacer caso de aquellos patriotas, diciéndonos que eran "cuatro gatos" (si bien habían considerado conveniente que pasáramos delante de ellos en un coche con los cristales ahumados, no fueran a arañarnos). Algo así viene a decir Rosa Montero en un artículo reciente, en el que descarta como gamberros a quienes quemaron con tanto jolgorio las fotos de los Reyes, y lo mismo hemos escuchado cuando en el País Vasco se habla de esa chusma que incendia autobuses y cajeros automáticos o que no deja vivir a un pobre concejal de pueblo: cuatro gatos, unos gamberros, los de siempre, una minoría de exaltados. Esa disculpa de la irrelevancia de los bárbaros le viene bien a una clase intelectual que debería ser la primera en avisar del peligro y tiene así una coartada para mirar hacia otro lado ahorrándose incomodidades y molestias, al menos a corto plazo. ¿Desde cuándo hace falta una mayoría para sembrar el miedo y amputar las libertades, para amargarle la vida a las personas decentes, incluso para quitársela a alguna de ellas? Los patriotas guturales no necesitan ser muchos para imponer su ley, porque a la mayor parte de nosotros la violencia física nos amedrenta enseguida. Por eso han sido siempre la clase de tropa y, en caso necesario, la carne de cañón que echan por delante quienes se benefician de su bravura patriótica con el ánimo sereno y las manos limpias, quienes construyen sus hegemonías políticas y sus estupendos negocios sobre la brutalidad chantajista de unos cuantos y la conformidad interesada, la indiferencia o la claudicación civil de la mayoría. La patria gutural y la democracia son incompatibles, como sabemos bien quienes crecimos sufriendo la primera y deseando que llegara la segunda. Lo que está en juego ahora mismo en los territorios donde más rugen los patriotas no es tanto la integridad o la dispersión del país, sino la supervivencia misma de las libertades. Antonio Muñoz Molina