Hace muchos, muchísimos años, vivía en una pequeña aldea una niña llamada Malasuerte.
Se llamó a sí misma de este modo porque siempre pensó que la mala suerte la perseguía. Para ella todas las oportunidades resultaron ser fracasos y desolada, continuaba deambulando de un lugar a otro, de unos brazos a otros, de la compañía de la gente a la más completa soledad.
Un día, cuando menos esperanzas tenía en el futuro, se le apareció un Hada madrina que le ofreció cumplir tres deseos.
Ella, muy asustada al principio, le dijo que tenía que tomarse su tiempo para poder elegir bien esos tres deseos, pero el hada le dijo nerviosa: ¿Crees que vivo para tí?
Malasuerte confundida, con miedo a volver a equivocarse, a desperdiciar aquello que parecía un regalo caído del cielo, le respondió si podía pedir un único deseo.
El Hada irritada le respondió: ¿Por qué sólo uno, si te puedo conceder tres, niña tonta?
Malasuerte dijo: Porque encierra todo cuanto deseo en esta vida.
El Hada exclamó: ¡Pues formúlalo ya!
Y la niña dijo: FELICIDAD!! Que haga lo que haga, esté donde esté y con quien esté, sólo sienta felicidad.
Y le fue concedido.
Ahora, años más tarde, se puede ver a Malasuerte sonriendo, cantando, bailando y alegrando la vida de los que la rodean, pero en realidad es sólo un pobre bufón en una corte de imbéciles que aprovechándose de su felicidad, intentan manipularla.
Moraleja: No se te ocurra pedir cosas muy ambiguas, que las hadas tienen prisa.
Buenos días.
Hace 7 minutos
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