"En cierta ocasión, mi abuela Nina me contó una historia que siempre recordaré. Me habló de pájaros enjaulados, prisioneros en las casas, reos en los edificios, cautivos en la gran ciudad.
Me explicó como algunas de las aves reclusas huían en cuanto tenían oportunidad, volaban alejándose de sus calabozos metálicos, del humo, del ruido y de una vida que no querían. Batían sus alas desesperadamente y al fin llegaban a su destino.
En las afueras de la metrópoli, al lado de la playa vive un roble centenario y él alberga a todos los evadidos, que chillan de felicidad al verse libres y colorean de infinitas tonalidades las ramas del viejo árbol.
Esa noche tuve un sueño, desde mi balcón contemplaba la inmensa urbe gris y un sinfín de almas de colores se escapaban por las miles de ventanas , como el humo de un cigarrillo mal apagado, ascendiendo lentamente hacia las nubes. La imagen final de la quimera era un gigantesco árbol multicolor, donde las almas danzaban alegremente saltando de hoja en hoja y de rama en rama, regalándole al vetusto roble....... la vida eterna."
1 comentario:
Conozco gente que dice que adora o que les gustan los animales. Compran peces para meterlos no ni siquiera en un acuario sino en un maldito jarrón. Compran pájaros y los meten en jaulas, dicen que les hacen un favor sacándolos literalmente un minuto de la jaula (pasado el minuto se aburren), los vuelven a meter y comentan sobre lo felices que son al escucharlos cantar (sólo que no son cantos, son gritos por haber sido encerrados de nuevo). Se paran en esas tiendas de animales a las que yo llamo "Comerciantes de emociones", y miran a los perros enjaulados, algunos sin moverse nunca ni un milímetro por lo tristes y abatidos que están, y otros dando vueltas como locos por la angustia, y empiezan a decir con ese tono ñoño, el mismo que se suele utilizar para los bebés, que qué monada. ¿Eso es amor? ¿A quién le gustaría ser un adorno o un adorable bicho enjaulado?
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