martes, 23 de enero de 2007

Los centros comerciales


Hoy entré en unos de esos esperpénticos gigantes desnaturalizados, donde la gente puede ir de ocio sin temor a ser robada, a pasar frío o calor, a no encontrar aparcamiento, a sentirse sola. Un lugar de aglomeraciones, mercantilizado, homogeneizado, comida basura importada de USA, el "american way of life" recibido con los brazos abiertos por gente que se me antoja estúpida. Adiós al paseo por el centro de la ciudad pensando en esa película que acabas de ver, en el silencio de la noche, escuchando el ruido de tus propios pasos..

Adiós al casco histórico como espacio para la relación social, para la integración, para el conocimiento, para la cultura..

Los centros comerciales son como escupideras. Recintos enlatados.

En mi camino hacia la sección de menaje, pasé por la tienda de animales. A través del escaparate se podía ver a un montón de cachorritos adormilados, aburridos, resecos, casi agónicos entre tiras de periódico mientras algunos niños tocaban los cristales para llamar su atención.

Mientras me acercaba, juro que uno de ellos, un perrito como el del anuncio de scootex se giró de repente y se quedó mirándome amargamente durante unos minutos. Me quedé de pié frente a él, sin dejar de mirarle, luego continué caminando cabizbaja mientras me alejaba de aquella horrible tienda.

Tuve la sensación de que aquellos ojitos entornados de tristeza me pedían que le sacara de allí..

Y mentalmente le susurré a su oído: Lo siento, cariño. Sabes que si te comprara, con ese dinero mañana mismo tu pequeña jaula estaría ocupada de nuevo. Porque no eres un ser vivo, eres negocio. Nadie puede salvarte.

Muere la ciudad y nace la metrópoli. Y hoy también siento que en mi, algo se ha perdido o está muerto.

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