lunes, 15 de enero de 2007

De bolitas y fueguitos

Un hombre del pueblo de Negua, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo. A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos. El mundo es eso -reveló- Un montón de gente, un mar de fueguitos. Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende. ---------------------------------------------------------------------------------------------- Nos amamos rodando por el espacio y somos una bolita de carne sabrosa y salsita, una sola bolita caliente que resplandece y echa jugosos aromas y vapores mientras da vueltas y vueltas por el espacio infinito y rodando cae, suavemente cae, hasta que va a parar al fondo de una gran ensalada. Allí se queda, esa bolita que somos tú y yo; y desde el fondo de la ensalada vislumbramos el cielo. Nos asomamos a duras penas a través del tupido follaje de las lechugas, los ramos de brocoli, los peñascos de tomate y el bosque de perejil, y alcanzamos a ver algunas estrellas que andan navegando en lo más lejos de la noche.. (E.Galeano)

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