Ríe como un bobalicón.
Leyó alguna vez que la sonrisa abre puertas que la tristeza no ve.
Le dice a la gente lo que quiere escuchar para escuchar de la gente lo que quiere oir.
Parece que deglute libros de autoayuda con el café de la mañana.
No busca ser popular.
Busca aprobación.
Quizá.
Tal vez decorar con sonrisas y buenos pensamientos las paredes de su soledad.
Busca su espacio, deja su impronta y espera resultados.
Cree que recibirá lo que da multiplicado.
Como si la vida fuese un espejo.
Se recrea en las pequeñas cosas, traza metas cortas y así va dejando atrás el paisaje desolado de su alma.
Y se rodea de otros que le distraigan del silencio.
Ensimismado en su contemplación rosa, no hay grises que tuerzan labios.
Los negros son inevitables, ley de vida, dice.
Mira más allá de tu alrededor.
No todo es reír o llorar, bobalicón.
Mientras tanto, en el Parlamento Vasco…
Hace 4 horas
1 comentario:
para dejar atrás un alma desolada no sirven metas cortas. hay que ir muy mucho más lejos. con libros de autoayuda el pobre boo lo tiene jodido, desde luego.
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