Recuerdo haber leído un artículo de Chomsky que hablaba sobre el poder de los medios y hacía mención a las teorías liberales de un tipejo llamado Lippmann y que venía a decir más o menos que en una democracia había dos clases: la especializada (grupo elitista) encargado de tomar las decisiones del país y la otra clase, el "rebaño desconcertado que brama y pisotea" formada por la mayoría de la población cuya función es permanecer como espectadores, en lugar de ser miembros participantes.
Su visión es la siguiente: La gente es simplemente demasiado estúpida para comprender las cosas, por lo tanto no son aptas y sería inmoral permitir que participasen. Pero como eso no sólo es impopular sino antidemocrático, hace falta domesticarlos, por eso es necesaria la fabricación del consenso. ¿Y cómo conseguirlo? Con distracción. Pan y circo.
Decía Chomsky, que hay un totalitarismo auto impuesto, en el que el rebaño desconcertado se encuentra, además, marginado, dirigido, amedrentado, sometido a la repetición inconsciente de eslóganes patrióticos, e imbuido de un temor reverencial hacia el líder que le salva de la destrucción (¿os suena, líderes cósmicos salva-patrias del PP?) mientras que las masas que han alcanzado un nivel cultural superior marchan a toque de corneta repitiendo aquellos mismos eslóganes que, dentro del propio país, acaban degradados.
Algunos expertos y analistas políticos ya han lanzado una voz de advertencia: no estamos sólo ante la derecha tradicional. La nueva estrategia que se ha lanzado desde estos medios guarda estrechos paralelismos con la que desde hace décadas practica el movimiento fundamentalista neoconservador estadounidense, entre cuyos méritos se encuentra haber aupado por dos veces a George W. Bush a la presidencia. Su clave: un discurso visceral y marcadamente más agresivo, donde se apela a la emoción y, con frecuencia, al miedo. Siguiendo el modelo norteamericano, en los últimos años una red mediática, académica e ideológica agita los fantasmas particulares de la desintegración de España, la desaparición de la familia o la persecución del catolicismo.
Extraído de este artículo: La irrupción de la nueva derecha mediática.
Ni que decir tiene, que los Think tank neocons de la derecha fabrican todo esto concienzudamente y a fuerza de "preguntas absurdas" con las que desviar la atención de la opinión pública basan su estrategia comunicacional utilizando a los medios de comunicación de masas como plataformas propagandísticas y con la “interacción coordinada" de múltiples dispositivos, tanto financieros e ideológicos como académicos.
Nosotros seremos el rebaño desconcertado pero hasta ahora, los que braman y pisotean son todos estos Pios Moas, F.J. Losantos, C. Vidales y demás gentuza fascista.
Al sobre.
Hace 5 horas
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