Elizabeth Peyton es una joven artista norteamericana que se dio a conocer al realizar una muestra de dibujos de figuras románticas del siglo XIX, que instaló en una habitación del Chelsea Hotel de Nueva York y que los visitantes podían ver tras pedir la llave en recepción.
A partir de ese momento la figura de Peyton se fue haciendo un hueco en la vanguardia realista de finales de siglo, especializándose en un tipo de retrato muy singular que se iniciaría con la participación de familiares y amigos, pero que pronto se amplió a cantantes, artistas, actores, también miembros de la realeza, como los Príncipes William y Harry de Inglaterra, la misma Diana de Gales e incluso personajes históricos que ella no llegó a conocer, como Abraham Lincoln, John Kennedy o el propio John Lenon, uno de los más conocidos porque se llegó a vender en 800.000 dólares.
En esta misma línea es igualmente conocido su reciente apoyo a Barack Obama en su carrera a la presidencia de Estados Unidos, rubricada con un retrato de la primera dama y su hija (“Michelle and Sasha Obama Listening to Barack Obama at the Democratic National Convention August 2008"), realizado en 2008 y que se halla actualmente en el nuevo Museo de Arte Contemporáneo de Nueva York.
El reconocimiento del que goza en la actualidad la convierte en una de las artistas más conocida y cotizada del momento, y explica también que se hallen ya obras suyas en las colecciones del MOMA de Nueva York o en el Centro G. Pompidou de París.
Su pintura se caracteriza por un tratamiento muy especial del color y de la pincelada a lo que añade una peculiar expresividad a los rostros de sus retratos. El color es intenso y brillante, y la pincelada es amplia y gruesa, de largos trazos que contribuyen a crear esos cánones alargados que caracterizan también algunas de sus figuras. Pero siempre hay un toque misterioso en los rostros que pinta, tal vez porque en la mayoría introduce un aire melancólico, taciturno a veces, ajeno a la realidad circundante, que es lo que los hace tan especiales.
En cualquier caso asistimos a una muestra más de lo que hoy se denomina Realismo pictórico, que es en parte heredero de la postmodernidad y en parte del Pop art, lo que supone combinar la precisión formal y la perfección técnica con un desenfado que deforma la realidad a gusto del autor. A veces buscando la provocación, o a veces como es el caso, acentuando la expresividad de sus retratos a los que aporta una enorme profundidad emotiva.
En cualquier caso asistimos a una muestra más de lo que hoy se denomina Realismo pictórico, que es en parte heredero de la postmodernidad y en parte del Pop art, lo que supone combinar la precisión formal y la perfección técnica con un desenfado que deforma la realidad a gusto del autor. A veces buscando la provocación, o a veces como es el caso, acentuando la expresividad de sus retratos a los que aporta una enorme profundidad emotiva.